La Refundación de la Universidad del Magdalena, liderada por Carlos Caicedo, fue el proceso más trascendental en la historia de nuestra alma mater, lo digo como egresado y magdalenense.
La Refundación permitió la recuperación administrativa, financiera y académica de la institución. Evitando su liquidación como resultado de la gestión corrupta de las élites tradicionales, algunas hoy nuevamente instaladas por vía de la trampa en el poder local.
Esta gesta heroica sentó las bases para la transformación profunda en la institución. Sin ese pasado, no estaríamos donde estamos. Muchos de ustedes que nos ven y nos leen son producto de esa gesta que puso fin a décadas de mal manejo y abrió las puertas a nuevas oportunidades.
La creación de facultades impensables hasta ese momento como Ciencias de la Salud, Humanidades y programas tan destacados como Medicina, Odontología, Cine, etc., junto con 6 nuevas facultades y casi 30 programas adicionales permitió que estudiantes como yo y muchos ya egresados que nos ven, pudiéramos profesionalizarnos, incluido el ingeniero Vera. Luego de que el exrector Carlos Caicedo lograra el código de su carrera, que no tenia.
Fue gracias a la visión de relevo generacional y a los convenios nacionales e internacionales impulsados por la refundación que tanto el rector Vera como yo pudimos estudiar nuestras maestrías mediante el convenio con la Universidad EAFIT. Otros compañeros también aprovecharon estas oportunidades para cursar doctorados en Colombia y el exterior, ocupando hoy cargos de liderazgo académico y administrativo: rectorías, vicerrectorías, decanaturas, direcciones de programas, cátedras, entre otros muchos roles en el mundo público y privado del caribe y el país.
Este legado es lo que nos mantiene firmes en la defensa de lo público. Nuestro propósito siempre ha sido y será transformar las realidades sociales de nuestro territorio, trabajando para superar la
pobreza en todas sus dimensiones, no para aprovecharnos de estas posiciones.
No se puede torcer la historia a conveniencia. La historia no se escribe borrándola de un plumazo y reescribiéndola a raja tabla sin contexto, de forma burda y al mejor estilo de los la extrema derecha; como lo han intentado hacer, sacándola de las cátedras, de los libros, de las placas, de los informes, hasta desvinculando personas sólo por la afinidad con ese pedazo de la historia y quien lo lideró; que injustamente además estuvo privado de la libertad precisamente por defender los puestos de quienes luego le dieron la espalda.
Pretender desaparecer el legado de la Refundación de la Universidad es no solo un acto de arrogancia, sino un intento fallido de despojar de valor a un proceso que ha permitido el acceso a la educación a miles de estudiantes. 17 años después no han podido alcanzar logros parecidos, quizás por estar ocupados criticando lo que en su momento se logró.
La memoria de lo que ésta Universidad ha sido y puede seguir siendo es lo que nos obliga a mantenernos vigilantes y firmes en la defensa de sus principios fundacionales. Sin embargo, hoy nos encontramos en una situación donde nuestra Universidad, aunque recibe recursos como ente público y valga la pena recordar que, de sus principales transferencias, la estampilla pro-universidad, ahora renovada, es fruto de esa refundación. Que por ejemplo, ha permitido que en 4 años 9 meses el departamento, gracias a la contratación planificada, programada y ejecutada con transparencia; contrario al saqueo que desde allá han apoyado electoramente la alta dirección Universitaria, esta gestión de la gobernación ha transferido más de 100 mil millones de pesos en este periodo, un incremento del 127% comparado con el de sus aliados.
Preocupa que en la universidad se restrinja la libertad de expresión. Se censura y ridiculiza a quienes quieren una universidad diversa, inclusiva y progresista. Lo que alguna vez fue gris no puede presentarse ahora como blanco. En su momento cambiaron los estatutos para evitar la reelección de Carlos Caicedo y ahora, cada vez que alguno busca perpetuarse en el poder, se gestan nuevas modificaciones. La última reforma, al estilo de la infame noche de Teodolindo en el Congreso, fue aprobada en diciembre de 2023 en plena temporada festiva,
aprovechando la ausencia y el silencio de una comunidad académica, sin garantías, ni mecanismos democráticos confiables. Es difícil, comprender cómo alguien que se benefició de procesos, becas y comisiones de estudio otorgadas por la Universidad en el exterior pudo hacer parte de un complot que terminó en su momento sacando a huevos al ex rector, el profesor Ruthber Escorcia quien le había dado la mano al ingeniero Vera manteniendo su comisión de estudios, quien, como Carlos Caicedo, le brindó oportunidades para su crecimiento académico y profesional.
La deslealtad, sin embargo, es un acto individual que no resolveremos aquí pero no vamos a renunciar a defender el carácter y la naturaleza pública de la Universidad del Magdalena. Tampoco permitiremos que nuestra alma mater se convierta en la caja menor de los clanes políticos y de las mafias locales. Se argumenta convenientemente la no injerencia de los sectores políticos para descalificar a quienes hacemos parte de un proyecto que cambió esa Universidad, que también cambió a Santa Marta y está cambiando al departamento del Magdalena. Proyecto que ha liderado Carlos Caicedo y que se llama Fuerza Ciudadana. Sin embargo, es en esa Universidad donde hoy todos los proyecto políticos derrotados y sacados de las entidades territoriales que estamos recuperando, encuentran un refugio y participan activamente negociando puestos para armar mayorías en la Asamblea en contravía de los intereses de la gobernabilidad actual.
Hemos sido testigos de cómo cientos de contratistas de las nóminas paralelas han sido “invitados” a votar por el rector Vera, mientras se les pedía conseguir votos adicionales. Aunque muchos lo ignoren en este recinto, todos hemos escuchado en los pasillos de la Universidad y en el Magdalena cómo se han pactado alianzas para asegurar esta reelección, poniendo los intereses personales por encima del bienestar de los estudiantes, quienes son los verdaderos afectados por esta situación. De hecho, según datos oficiales, cerca de un 38% de los estudiantes se abstuvo de votar, y eso sin contar los problemas en el escrutinio y en el sistema de votación, cuya confiabilidad es cuestionable, por qué superada la pandemia seguimos evadiendo la presencia física en los espacios de elección democrática.
La Universidad ha perdido su esencia académica. Ha dado la espalda al desarrollo del territorio. En lugar de ser un faro de conocimiento y
transformación, se ha convertido en un espacio aislado de las realidades de nuestras comunidades. Los estudiantes no pueden seguir siendo encerrados en una “cárcel bonita”, alejados de los problemas que afectan a nuestro departamento. Esa no es la Universidad que refundó Carlos Caicedo y de la que hicimos parte activa.
Como Gobernador, rechazo que las autoridades universitarias, bajo el liderazgo del rector, mantengan un veto sobre cualquier diálogo o colaboración con el Gobierno Departamental. Un ejemplo claro fue el rechazo a la propuesta de matrícula cero que presentó el Gobernador Caicedo durante la pandemia de COVID-19 en 2020, propuesta que luego se convirtió en política nacional. A pesar de los más de 4 mil millones de pesos dispuestos para subsidiar la matrícula de pregrado y posgrado, la Universidad desestimó esta ayuda y terminó interfiriendo para evitar el relacionamiento directo de la Gobernación con los estudiantes que beneficiamos con los recursos del FONGES, pero muy bien que recibieron los recursos y los entregaron como si fuese la Universidad la que otorgara el beneficio, aunque se diga en distintos escenarios que no transferimos recursos a la Institución.
Finalmente, aunque quisiéramos creer que los rumores sobre la manipulación de los resultados no son ciertos —que no hubo intervención de centros de cómputo externos, que no colapsó el sistema, que no se registraron votos duplicados— la sombra de duda persiste sobre la legitimidad de esta segunda reelección. Es por todas estas razones que otorgo mi voto negativo en la sesión del Consejo Superior Universitario convocado para el día de hoy, rechazando la reelección después de modificar el estatuto para un tercer periodo del rector Pablo Vera.
Solicito a la Secretaría que esta constancia quede incorporada en el acta de la sesión del Consejo superior universitario del día de hoy.
Rafael Alejandro Martínez
Gobernador del Magdalena (2024-2027)